¿Cuál es la idea o persona que mejor define sus recuerdos de los primeros años del CERMI?

 

Rafael de Lorenzo, es el alma máter del CERMI, siempre me ha parecido una figura espectacular, creo que, junto con alguna persona más, es la mente más brillante que ha tenido el sector en toda su historia. Me impactó mucho cuando lo conocí por sus habilidades personales y su capacidad de liderazgo, pero de un liderazgo próximo, sin prepotencia. Sin embargo, quien primero me habló del CERMI fue Paulino Azúa, un hombre con unas habilidades a nivel político y estratégico muy potentes, y me pareció una idea excelente; es verdad que ya empezábamos a hacer un poco esto de ir aglutinando al sector, que estaba dividido en mil organizaciones, cuando en muchas cosas todos buscábamos lo mismo. Me pareció una idea excelente, aunque no vi la trascendencia que esto luego iba a tener, y que seguro sí vieron otros.

 

¿Cómo eran esos primeros momentos de aglutinar y conciliar tantos intereses comunes, y otros que no lo eran tantos?

 

Entonces, el gran esfuerzo que tuvieron que hacer fue ceder el liderazgo, ceder y compartir posicionamiento, pero creo que Rafael de Lorenzo, y alguna persona más, seguro que Luis Cayo, supieron congeniar todo esto y luego buscaron figuras representativas, la primera de ellas fue Alberto Arbide, primer presidente del CERMI, una persona conciliadora. Pero insisto en que el alma máter del CERMI era Rafa y lo viví de manera clara en una negociación con el que entonces era secretario general de Empleo, Juan Chozas, cuando estábamos trabajando con el Real Decreto 27/2000 (por el que se establecen medidas alternativas de carácter excepcional al cumplimiento de la cuota de reserva del 2 por 100 en favor de trabajadores con discapacidad en empresas de 50 o más trabajadores), y vi cómo fue recibido Rafael… Creo que si llega el presidente del Gobierno no se le recibe con tanta alegría.

 

Conocer a todas las grandes figuras del sector me impactó mucho; Rafael era un líder indiscutible y Alberto era un hombre de paz, y esta unión hizo posible, junto con algunas personas, y creo que ahí Paulino Azúa tuvo mucho que decir también, porque además mantenía una excelente relación con Rafa; y se conformó un núcleo muy valioso para arrancar con algo tan complejo como era poner de acuerdo los intereses de las organizaciones, y aunar todo eso para que beneficie a todos no fue sencillo.

 

¿En qué momento y por qué razón alcanza la presidencia de esa Comisión de Empleo del CERMI?

 

Entonces era presidente de la patronal que había en Madrid, que luego queda absorbida por la patronal a nivel estatal ANCE (Asociación Nacional de Centros de Educación Especial). Cuando se crea Afem (la asociación Feaps, ahora Plena Inclusión, para el empleo) empiezo a contactar con toda la gente vinculada al empleo. Luis y yo enseguida conectamos bien, entonces era el secretario general del CERMI, pero era el motor, quien dinamizaba todo, y como yo era secretario general de Afem, me pidió que asumiera la comisión y me pareció interesante porque llevábamos mucho tiempo demandando cosas. De aquel II Plan Nacional para el Empleo de Personas con Discapacidad salieron muchas cosas, logramos mucho éxito porque eran medidas absolutamente innovadoras, por ejemplo, articulamos la legislación de enclaves laborales, que luego se ha mejorado, pero fue un hito…  Ahí el CERMI se posicionó muy bien y luego vinieron muchas más mejoras, a nivel de Seguridad Social, de jubilaciones anticipadas… Y muchas luego se aterrizaban en los territorios, en las comunidades autónomas.

 

En 25 años de actividad del CERMI, ¿cómo ha cambiado la vida de las personas con discapacidad?

 

Lo más importante es que los derechos han empezado a ser reales y llegan a las vidas de las personas. Es obvio que queda mucho por hacer, incluso se ha dado marcha atrás en algunas cosas, pero si no hubiese existido el CERMI esto no hubiese evolucionado de la manera que lo ha hecho. El CERMI es el gran adalid a nivel político y nivel de tierra de la defensa de los derechos de las personas con discapacidad. 

 

Y, ¿cómo ha cambiado, a su vez, la dinámica y la labor de las organizaciones de la discapacidad?

 

Para esta casa ha sido muy importante, porque ha legitimado muchas cosas que veníamos reivindicando, porque hemos podido compartir documentación, proyectos, cambios de modelo, legislaciones… hemos podido aportar y nos hemos sentido escuchado, que eso es algo muy complicado. Pero las organizaciones somos como somos y no te voy a ocultar que los excesos de protagonismo muchas veces limitan su eficacia. El nivel estatal ha tenido sobre todo dos figuras claves, Rafa en los orígenes y, en la continuidad del proyecto, Luis. El día que Luis diga que ya ha tenido suficiente, tendremos todos un problema. Su capacidad de escucha, para conciliar, la intensidad de su discurso… Nosotros hemos contado mucho con él porque su presencia además tiene la misma autoridad que antes comentaba con Rafa; desde la sencillez y la humildad, pero no exento de contundencia en los argumentos, en los discursos, en la manera de enfocar las cosas; este hombre de consenso ha sido el segundo gran hacedor del CERMI.

 

La capacidad propositiva del CERMI a menudo se señala como una de las razones de su éxito, esa colaboración en la que ofrecen gran parte del trabajo hecho a los legisladores, casi escribiendo las leyes…

 

No, no, las escribíamos. Yo no soy abogado, pero he escrito el 80 por ciento de los reales decretos que negociábamos en esos momentos, luego ya un abogado sabio le daba forma. Preparábamos todo al detalle, y sorprendía, sobre todo en el ministerio de Trabajo, por la claridad con la que llegaban las cosas y los argumentos tan contundentes que se convertían en indiscutibles, realmente lo que acabábamos discutiendo siempre era de dinero, todo lo que llevaba dinero… Los temas de legislación laboral estaban previamente muy trabajados, con Miguel Ángel Cabra de Luna, que también ha sido una persona clave en todos estos procesos. Efectivamente eso ha sido un acierto, es verdad que a veces se han llevado cosas y se han tumbado, porque no todos los políticos tragaban con todo. Recuerdo que el Real Decreto de medidas alternativas, el original, de 27/2000, se negoció con Juan Chozas, el secretario general de empleo, pero para el de enclaves tuvo que aparecer el entonces ministro Zaplana para que se aprobase. Había entonces una secretaria de Empleo que no lo veía claro y tuvo que aparecer Zaplana. Y con el II Plan Nacional de Empleo tardamos unos cinco o siete años, y es que ha habido negociaciones muy complejas, eternas, como lo es ahora con la Reforma de la Constitución, un tema eterno, y sorprende que no se pueda cambiar una palabra cuando además están todos de acuerdo.

 

¿Qué pronostica o que desea para el CERMI y las organizaciones que representa en un futuro próximo, o no tan próximo?

 

Deseo que Luis cumpla 150 años y siga currando, ja, ja, ja, ja… El gran reto del CERMI es que no demos marcha atrás. Hace poco decía precisamente Luis que tiene que llegar el momento en que se articule un sistema estable de financiación, y ese reto me parece complicado, porque estamos en un momento, con unas comunidades autónomas asfixiadas y con una situación de una crisis y luego de una pandemia, que ha hecho mucho daño… El reto está en saber mantener lo que se tiene y en saber utilizar todo esto que viene de Europa para reciclar al sector. Tenemos que empezar a pensar de otra manera, el sector se tiene que reciclar, pensar más en común y menos en la particularidad de la discapacidad a la que representamos, pensar con más proyección y que las organizaciones sean más transversales, menos endogámicas.

 

El CERMI es el modelo, el paradigma de la gran alianza del sector, y hoy toca que la base empiece a generar alianzas, me parece absolutamente esencial aglutinar y converger, fusionar, que el CERMI tenga más fuerza a nivel estatal y autonómico. Esta casa, desde su humildad, ya ha entrado en un nuevo proceso de fusión, Fundación Raíles, que es la unión de la Fundación Carlos Martín y Fundación Ademo, con la pretensión de seguir otras incorporando organizaciones al proyecto. No es bueno que una organización, como puede ser Plena Inclusión, por poner un ejemplo, tenga 800 organizaciones detrás. Aunar todo esto es muy complicado y tenemos que aprender mucho del sector mercantil, que no para de generar fusiones, estrategias potentes. La transversalidad que ha generado el CERMI hay que aterrizarla mucho más en el sector y es un gran reto, sobre todo porque lo que viene es de gran incertidumbre y la dispersión genera mucha debilidad. Por ahora es un mal endémico del sector.